¿Qué sabría usted de la ciencia si no contuviera también una dimensión oculta? En el mundo de la biología y la genética, hay un debate en curso sobre si los seres humanos tienen o no ADN modificado genéticamente (OMG). Mientras que muchos investigadores creen que este descubrimiento puede cambiar nuestra comprensión de cómo y por qué nacemos, otros cuestionan si el impacto de este descubrimiento será positivo o negativo. Sea como fuere, el mundo aún está averiguando qué ha ocurrido exactamente. La investigadora Carol Eveleo decidió explorar esta nueva frontera por su cuenta poniéndose «a oscuras» en el laboratorio y analizando muestras para su investigación. Utilizando una técnica conocida como miniaturización, Eveleo pudo analizar cambios genéticos en el ADN a concentraciones muy bajas. ¿El resultado? Un fuerte aumento de la confianza en que nuestros antepasados descendían efectivamente de los simios. Estos resultados hacen mucho más probable que los humanos desciendan de los simios que que sean simplemente producto de la selección natural… ¡quizá incluso sugieran que ya tenemos una copia de nosotros mismos en el árbol genealógico!

¿Qué es el ADN modificado genéticamente?

La modificación genética es la práctica de añadir sustancias químicas o genes para producir efectos biológicos específicos. El objetivo es producir condiciones que sean favorables para producir un rasgo deseado en una población específica. El término modificación genética se ha convertido en sinónimo de producción de rasgos específicos, pero se utilizó por primera vez para describir la adición de hormonas, plásmidos o enzimas al ADN. Aunque la modificación de genes se asocia desde hace tiempo con la alteración del genoma, la práctica de añadir sustancias químicas al ADN de los organismos vivos se viene observando desde hace mucho tiempo. Se cree que el ejemplo más antiguo conocido de modificación es la copia de ARN que se produce durante la reploidación de los organismos vivos. Una copia de ARN puede utilizarse para crear una variedad de efectos diferentes mediante la transformación en proteínas.

El gran avance de la biología

A principios de la década de 1980, los investigadores empezaron a darse cuenta de que podían clonar cromosomas humanos y secuenciarlos mediante la digestión con enzimas de restricción. El ADN resultante era aproximadamente un tercio más corto que las cadenas de ARN correspondientes, pero más de dos veces más secuenciado. Esto permitió a los investigadores empezar a explorar el código genético. Lo que antes se consideraba una rama de la biología llamada epigenética (el estudio de cómo la expresión de los genes afecta a la metilación de nuestro ADN) pasó a ser una rama de la biología molecular. Estos primeros investigadores se dieron cuenta de que el código genético podía metilarse de forma diferencial para producir efectos impredecibles en el metabolismo, la reproducción y la inmunidad del organismo. Su hipótesis era que esto podría utilizarse para diseñar seres humanos que respondieran más como nuestros grandes simios extintos, cuyas capacidades cognitivas y digestivas son muy diferentes de las de los humanos modernos.

Confirmación de que los humanos son arapaimaines

Estos primeros resultados llevaron a los investigadores a creer que los humanos son un producto del Plan de Generación. Es decir, creían que los humanos descienden de los simios y que, por tanto, tienen un largo y empinado camino evolutivo para igualarse a los chimpancés y otras especies extinguidas. Hasta ese momento, la mayoría de los investigadores habían pasado por alto las pruebas de que los humanos no son en realidad una especie separada. El marcado aumento de los niveles de determinación genética observado en los humanos modernos sugiere que todos los humanos compartieron un antepasado común en algún momento del Pleistoceno tardío. Estas pruebas apuntan a un posible vínculo entre la evolución humana y la extensión de la agricultura y la industrialización de las tierras de la Tierra. Además, es interesante observar que la mayoría de los grupos de islas que componen las selvas tropicales de todo el oeste de Norteamérica también poseen una composición genética muy similar a la de la selva tropical. Estos dos factores (la expansión de la agricultura y el auge de los bosques tropicales) sugieren conjuntamente que los humanos pueden haber estado más estrechamente relacionados con otras especies de lo que se reconocía hasta ahora.

Nuevas pruebas de la ascendencia humana

A principios de la década de 2000, investigadores como la Dra. Carol Eveleo, de la Universidad de California en Berkeley, y el Prof. John Riedl, de la Universidad de Ontario Occidental, examinaron los datos genéticos para identificar y localizar a los parientes nativos americanos y afroamericanos de los humanos modernos. Descubrieron que los americanos no están vinculados únicamente a África o Asia y que los nativos americanos, a diferencia de sus contemporáneos, están emparentados más estrechamente con otras especies. Esto refuerza aún más la idea de que los orígenes humanos son el resultado de la selección biológica y no de la modificación genética humana.

Conclusión

El descubrimiento del ADN modificado genéticamente supuso un importante avance en el estudio de los orígenes humanos. Hizo la sorprendente e inesperada afirmación de que los humanos son un grupo de especies que evolucionaron mediante la selección natural. Esto significa que la selección natural dio forma a nuestra composición genética al tiempo que contribuyó a la adopción generalizada de la dieta moderna. Se trata del hallazgo más importante hasta la fecha en el campo de la evolución humana. Los resultados de las investigaciones actuales sugieren que los humanos modernos son producto de la transferencia de genes y que la selección desempeña un papel importante en la selección de huesos y otras características corporales. Sólo nos queda esperar que, al identificar las numerosas líneas de descendencia de los humanos modernos, podamos descubrir más cosas sobre nuestros parientes los denisovanos y sobre otras especies humanas evolucionadas.

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